1. La propiedad industrial no sirve para nada.
Esta es una de las falsas creencias en patentes y marcas más extendida. Al contrario, la propiedad industrial engloba un conjunto de normas que protegen la creatividad de personas físicas y jurídicas, sólo a través del registro de patentes y marcas puede adquirirse los títulos de reconocimiento de tal creatividad. Sin ellos no hay derechos y por tanto estaremos regalando nuestro esfuerzo inventivo a terceros por lo que sin propiedad industrial no habría protección a aquellos rasgos que me hacen diferente.
2. No tengo que proteger mi marca porque ya tengo una sociedad registrada.
Es incorrecto. Se trata de dos registros diferentes. Mientras que el registro mercantil dota a mi sociedad de un régimen de funcionamiento interno y fiscal respecto a la capacidad de emitir facturas, la marca protege la faceta externa de la actividad comercial, como me identifican los clientes y en definitiva el prestigio que tengo en el mercado.
3. Es fácil que me copien. El derecho no protege mi creatividad.
Falso. Es una creencia muy extendida pensar que los derechos de patentes y marcas son fácilmente esquivables, las sanciones por copia son incluso un delito tipificado y afortunadamente cada vez más se establece una regulación legal más dura frente a la infracción tanto a nivel nacional como internacional.
4. Estoy protegido en todo el Mundo con un registro.
Igualmente, este es otro de los grandes mitos dentro de las falsas creencias en patentes y marcas. Los derechos son territoriales por lo que debo proteger en aquello países o grupos de países donde tengo intereses comerciales. No existe la patente ni la marca mundial y por ello es importante discriminar dónde amortizo la inversión de mis derechos y ponerme en manos de un profesional.
5. Registrar patentes y marcas es un gasto.
El mayor de todos los errores es considerar los registros de patentes y marcas como un gasto cuando debe ser tomado como una inversión y muy rentable, primero porque a diferencia de otros bienes tangibles, como por ejemplo un ordenador, que cada día que pasa desde su compra se devalúa, en el caso de las marcas es justo al contrario: cuanto más tiempo dispongo de ella y la utilizo, más valor adquiere.
Igualmente ocurre con las patentes puesto que son títulos que me permiten exportar mi I+D allí donde la logística de mi negocio no alcanza.
En resumen, estos derechos permiten a mi negocio ser distintivo, estar protegido frente a terceros y obtener un lucro con su explotación.