La lucha contra los productos falsificados y con ella la defensa de los derechos de propiedad industrial impone una compleja estrategia donde, a la acción de contraste avalada por diferentes Leyes y medidas, se tendría que acompañar un alto grado de concienciación de la opinión pública.
Siguiendo este propósito, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha lanzado recientemente una campaña mundial de sensibilización sobre el tráfico de productos falsificados que llega a generar alrededor de 250.000 millones de dólares al año.
“Productos falsificados – No apoyes el crimen organizado”: este es el explícito nombre de la campaña, que invita el espectador a reflexionar sobre el hecho que a través de la compra de productos falsificados, por cuanto irrelevante e “innocua” esta acción pueda parecer, se está contribuyendo a alargar el poder económico del crimen organizado.
Es decir, la cuestión va más allá de la vulnerabilidad de los derechos de propiedad industrial; detrás de productos falsificados, además de estar financiando bandas del crimen organizado, se esconden otros peligros como daños a la salud y contribución a otros problemas ecológicos (tintes tóxicos, uso ilícito de sustancias químicas, etc.) y de naturaleza ética.
Los sectores de la industria tocados son múltiples: desde fármacos, comida, cosmética, electrodomésticos hasta llegar a los juguetes para niños.
En definitiva, el comercio de productos falsificados representa una amenaza para las personas y un enorme obstáculo al crecimiento económico. Estos productos, que imitan las marcas legítimas y cuestan una mínima parte del precio real, están dañando estas mismas marcas favoreciendo el mercado negro y dañando sobre todo las PYMES, empresas más vulnerables por el hecho de disponer de menos recursos para protegerse de la falsificación.
Concluyendo, podemos afirmar que los que inventan o crean algo tienen derecho a la protección legal de sus derechos de propiedad intelectual. Los individuos y las empresas invierten su tiempo y dinero en el desarrollo de nuevos productos sólo si se garantiza su protección adecuada. Por ello, la lucha contra las mercancías falsificadas es esencial para la economía y es un factor clave para el éxito en la investigación, la innovación y la creación de empleo.