«Demasiados escritores», afirma, «demasiados abogados, lo que necesita una sociedad que quiere ser independiente son ingenieros e inventores»
La lista de descubrimientos protagonizados por españoles es larga y abarca todas las épocas.
De hecho, la historia española está repleta de personalidades más o menos conocidas, que contribuyeron significativamente al desarrollo tecnológico gracias a sus inventos.
Una de estas brillantes personalidades desconocidas por el gran público es Ramón Verea: periodista y escritor con una inesperada faceta de inventor.
La historia, tanto de Verea como de su invención, es bastante curiosa.
Nació en una aldea de Pontevedra (Currantes) en 1833 y en 1847 ingresa en la facultad de Letras y Filosofía de Santiago de Compostela. Debido a su carácter inquieto y a las malas calificaciones académicas, abandona pronto los estudios y emigra a Cuba. Aquí trabaja como maestro y, además de aprender el inglés, escribe dos novelas y se acerca al periodismo.
En 1865 se traslada a Nueva York y, mientras asiste al repentino y fascinante desarrollo de esta ciudad, tiene la sensación creciente de que España está yendo en dirección contraria.
«Demasiados escritores», afirma, «demasiados abogados, lo que necesita una sociedad que quiere ser independiente son ingenieros e inventores».
Es con este espíritu que en 1875 ingenia su primera máquina de calcular, la Verea Direct Multipler, que supera cualquier otro modelo anterior: de hecho es la primera de la histroria capaz de realizar cuatro operaciones aritméticas (suma, resta, división y multiplicación) con cifras de hasta 9 digitos.
Ramón Verea y la patente olvidada
Gracias a la “Verea Direct Multipler”, Ramón Verea se puede considerar sin duda uno de los padres de las modernas máquinas de cálculo.
Otros anteriormente inventaron artilugios que resolvían operaciones consistentes en sumas y restas; esta máquina añade la posibilidad de multiplicar de forma directa, sin concatenar sumas.
El aspecto excepcional de la historia es, a parte el invento en sí, que este hombre de letras, sin estudios científicos, haya podido realizar una innovación de tal magnitud que supuso una enorme contribución al futuro de la computación en general.
Aún más excepcional y curioso el hecho de que su invención nació primariamente como demonstración que “un español puede inventar igual que un americano”, sin ningún ánimo de lucro ni intención de ser comercializada. Y así fue.
Patentó la “Verea Direct Multipler” en 1878 (patente numero 207.918), recibió la medalla de oro de la Exposición Mundial de Inventos de Cuba por su avanzada máquina de calcular y varios medios de comunicación se hicieron eco del invento. Sin embargo, nunca se llegó a fabricar en serie y Vera se alejó del mundo de la ciencia, sin buscar ningún tipo de reconocimiento económico (tal es así, que fueron otros quienes explotaron la invención, por ejemplo Otto Steiger). Verea continuará su actividad de periodista y escritor hasta su muerte, en 1899 en Buenos Aires.
Actualmente la calculadora está custodita entre las joyas de artefactos tecnológicos históricos en el museo de la sede central de IBM, en Nueva York.
Terminando, con este artículo se ha querido homenajear la memoria de este brillante inventor, que tanto influenció la revolución tecnológica.
Para conocer más de cerca la inventiva de Ramón Verea, a continuación se puede consultar el expediente de la patente registrada en la oficina de patentes de EEUU: «Calculation Machine«.