La entrevista de este mes es dedicada a Lourdes Vega: Doctora en Física. Premio 2013 Física, Innovación y Tecnologia de la RSEF y la Fundación BBVA y Física de Excelencia 2010, por el Colegio Oficial de Físicos. Además, es autora de numerosas publicaciones en las más prestigiosas revistas científicas internacionales y de dos patentes en explotación.
- Lourdes, muchísimas gracias por concedernos esta entrevista, es un gran placer y honor tenerte en nuestro Blog. Para introducir un poco tu labor científica a quiénes no está familiarizado con el tema, cuéntanos algo más sobre tu área de investigación. ¿A qué se dedica en concreto el grupo de simulación molecular que has creado?
La simulación o modelado molecular es una herramienta de investigación que engloba teorías y técnicas computacionales que permite, usando modelos más o menos simples, describir el comportamiento de moléculas y, a partir de ahí, el comportamiento macroscópico del mismo. Engloba métodos utilizados en la física, la química, la ingeniería y la bioquímica y, por tanto, sirve para estudiar tanto el comportamiento de fármacos como la separación de contaminantes o la extracción mejorada de petróleo.
En un lenguaje coloquial que a veces he usado con mis estudiantes, se trata de “ponerte las gafas moleculares”, es decir, mirar al mismo sistema, pero desde su “interior”, a nivel microscópico.
Es el conocimiento de lo que ocurre a nivel molecular, cómo interaccionan los átomos y las moléculas, el que te permite entender y modificar un material para obtener las propiedades deseadas, o saber por qué no se comporta como uno esperaría.
El objetivo de nuestro grupo, desde su fundación, es utilizar estas técnicas, combinadas con datos experimentales, para diseñar, mejorar y predecir el comportamiento de sistemas de interés industrial, con aplicaciones, sobretodo, en el campo de la ingeniería química con una base importante en mejora del medio ambiente, tales como materiales para separación de contaminantes, captura de CO2, diseño de materiales a la carta, nuevos solventes, tratamiento de aguas, etc. A lo largo de todos estos años los métodos han ido evolucionando, y los sistemas a los que los aplicamos también.
- A parte de excelente investigadora, eres también empresaria. ¿Cómo se compaginan las labores de científica con el mundo de la empresa?
Bueno, no es tan difícil, yo soy una persona práctica a la que le encanta investigar y avanzar, me gusta profundizar en el conocimiento, y procuro mejorar las cosas que uso o que usan otros. Eso, en la vida profesional, se traduce en compaginar las dos labores.
Creo que la ciencia y la empresa se complementan y en la interfaz hay mucha riqueza.
La investigación es una fuente constante de inspiración y puede tener una vertiente aplicada ayudando a buscar nuevas soluciones a problemas reales; por otra parte, aplicar el método científico y su rigor en el mundo de la empresa ayuda a que las aplicaciones que se desarrollen tengan una base más sólida.
Sin embargo, no olvidemos que la empresa, lo que busca es que esa investigación de nivel ayude al desarrollo y comercialización de nuevos productos y le dé una ventaja competitiva, no publicar grandes artículos. Eso sí, no entiendo una empresa cuyo objetivo sea sacar nuevos productos al mercado, sin una base sólida de investigación e innovación, para mi van de la mano. Y esa investigación requiere expertos y recursos.
- Sabemos que has estudiado Física en la Universidad de Sevilla y posteriormente has pasado mucho tiempo entre Los Angeles y Nueva York especializándote en ingeniería química. ¿Qué diferencias a nivel académico has encontrado entre España y EEUU? Y por otro lado ¿Qué diferencias en la transferencia de conocimientos universidad-empresa has visto entre ambos países?
Con respecto al nivel académico, cuando yo me fui desde Sevilla a Estados Unidos, hace ahora 25 años, las diferencias eran enormes; mientras que en España un buen estudiante asistía a clase, tomaba apuntes y se lo jugaba todo a un examen (o tres en el caso de exámenes parciales), en el sistema americano se aplicaba y se aplica la evaluación continua, donde las clases y los exámenes son una pequeña parte del proceso de aprendizaje, que incluye muchas otras cosas, haciendo así al estudiante dueño de su propio proceso de aprendizaje. De esta manera el estudiante sale más preparado para enfrentarse al mundo laboral. Afortunadamente las cosas han cambiado en España, y ahora, gracias a la implantación del plan Boloña (con sus aciertos y sus errores), y a las nuevas tecnologías, necesariamente el alumno es más dueño de su proceso de formación y aprendizaje. Las diferencias entre los dos países ya no son tan acusadas.
En cuanto a la transferencia de conocimiento al sector productivo, aquí sí que sigue existiendo una gran diferencia entre Estados Unidos y Europa, aún más acentuada en España: en Estados Unidos se patentan la mayoría de los productos o procesos que se desarrollan en la universidad, así como mejoras de los mismos, mientras que en España (y Europa en general) se patenta mucho menos, siendo el número de publicaciones científicas muy similar. Este fenómeno, conocido como la “paradoja europea”, nos lleva a los europeos a ser mucho menos competitivos que los americanos en la explotación de los resultados de la investigación.
Por último me gustaría añadir que en ambos continentes se está afianzando cada vez más el concepto de innovación abierta (acuñado por el profesor Chesbrough), donde los expertos de la empresa ya no tienen por qué ser “de la casa” y cada vez se acude más a expertos externos para avanzar juntos en el desarrollo de la I+D y en el uso de canales de comercialización al mercado. De nuevo, este concepto se está aplicando en Estados Unidos, pero comienzan a verse ya numerosos ejemplos a nivel europeo.
- ¿Qué papel juegan, según tu opinión, las patentes y la protección de los derechos de Propiedad Intelectual en general en el mundo docente y en el de la empresa? ¿Qué tal tu experiencia el respecto?
Enlazando con la respuesta anterior, a día de hoy las patentes y la protección de derechos de Propiedad intelectual, en general, no tienen gran valor en el mundo docente en nuestro país, comparado con el número de publicaciones. Esto viene motivado, en gran medida, por los criterios de evaluación que se siguen para la promoción del personal investigador, que en España se centra, fundamentalmente, en el número de publicaciones científicas, dando mucho menos valor a las patentes. Lamentablemente, esto nos lleva a transferir menos conocimiento al sector productivo, y por tanto, a perder oportunidades de desarrollar nuevos y mejores productos que redunden en beneficio de la sociedad. Por supuesto, no siempre es así, nuestro país cuenta también con grandes excepciones, con investigadores del sector público que son autores de un dilatado número de patentes en explotación, como, por ejemplo, por citar alguno de excelencia, el Profesor Avelino Corma, receptor del Premio Príncipe de Asturias.
Para las empresas las patentes juegan un papel muy diferente, no se patenta simplemente por prestigio, ni se progresa internamente por el número de patentes que tengas, sino para mejorar los beneficios del negocio, a corto y largo plazo. En la empresa lo que interesa es proteger el know-how y tener productos diferenciados con respecto a la competencia; por ello, para mantener esa ventaja competitiva por unos años es necesario protegerlos. Con este criterio a veces interesa patentar, con una cartera de patentes sólidas y robustas, y en otras ocasiones lo que interesa es proteger un trade secret (secreto comercial).
Para mí las patentes y la propiedad intelectual en general son pieza clave para la creatividad y el avance de una sociedad basada en el conocimiento; todo lo que pueda ser patentado, y sea de interés, debería patentarse, y, después, ya se publicará cuando convenga. Es un binomio perfecto, el conocimiento fundamental generado pasa a ser aplicado, llevando a la mejora de las condiciones de vida, de una manera o de otra, mientras que también sigue aumentando el propio conocimiento fundamental, que generará nuevas ideas y nuevos conocimientos, de manera similar a como se propagan las ondas expansivas.
Cabe destacar, eso sí, que patentar y mantener las patentes tiene un coste infinitamente superior a simplemente publicar. Tiene sentido patentar si ese conocimiento protegido lleva, efectivamente, al valor diferencial que comentábamos antes, que generará unos beneficios económicos al propietario de los derechos de explotación de los mismos.
- ¿Crees que son pocas las mujeres que optan por formarse y desarrollar carreras de carácter científico-tecnológico?
Bueno, los números están ahí. En general, al principio de los estudios universitarios, dependiendo de la especialidad, las estadísticas arrojan números muy similares de ambos sexos. Sí es cierto que a medida que avanzas en la carrera profesional empiezas a encontrar cada vez menos mujeres en puestos de decisión. Ayer precisamente leí el informe de Harvard sobre los 100 CEOs más valorados y sólo hay dos mujeres entre ellos (y, seguro, ¡es que hay muy pocas que podían ser valoradas para bien o para mal!). Este es un tema delicado, en ocasiones son las propias mujeres las que, por decisión personal, altamente respetable, deciden no seguir adelante con esa carrera científico-tecnológica, y, en otras ocasiones la ausencia se debe al llamado “techo de cristal”.
En mi opinión la carrera científico-tecnológica no tiene sexo, todos podemos desempeñarla igualmente bien, basta que uno se esfuerce y tenga claro su papel, la historia lo ha demostrado y hay que seguir en esa línea. Siendo así, a lo largo de los años estas diferencias se irán reduciendo. Eso sí necesitamos mujeres audaces que crean en ello y sistemas equitativos que las apoyen por su valía para que las diferencias se acorten cuanto antes.
- Para finalizar, ¿Podrías adelantarnos en qué proyectos de I+D estás trabajando actualmente?
¡Estoy trabajando en unos proyectos que me apasionan!
Todos ellos relacionados con mejora de procesos a partir del conocimiento a nivel fundamental. Por ejemplo, por citar algunos no confidenciales, junto con un grupo de investigación de Lisboa, otro de Vigo y otro del IQS, estamos trabajando en unos nuevos compuestos, llamados líquidos iónicos fluorados, que podrían utilizarse como portadores de oxígeno o como constituyentes de sangre artificial, en aquellos casos en los por incompatibilidad sanguínea o que por motivos religiosos no haya otra opción.
También seguimos trabajando en la búsqueda de materiales para la captura de CO2 de manera limpia y segura, y sus posibles aplicaciones en distintos campos: alimentación, nanotecnología, etc. Y en procesos eficientes para la separación de contaminantes del aire y del agua. Y por supuesto, seguimos desarrollando herramientas de investigación que nos permitan seguir avanzando en todos estos temas y los que vendrán.