Este mes tenemos el placer de entrevistar a una de las mujeres científicas que homenajeamos recientemente en nuestra sección de «Mujeres Inventoras»: Pilar Mateo, Doctora en Química por la Universidad de Valencia, investigadora y emprendedora, Presidenta de Inesfly Corporation, especializada en la microencapsulación biopolimérica y en la investigación de nuevas herramientas naturales para el control de vectores.
- Pilar, ante todo: muchísimas gracias por concedernos esta entrevista, es un gran placer y honor. La primera pregunta es quizás un poco obvia, pero ¿Podrías contarnos brevemente como nace la idea de crear la pionera formula de la “pintura” Inesfly?
Por casualidad como muchas veces pasa en el mundo de la ciencia.
Tenía que dirigir una tesis doctoral y pensé que se podía hacer un producto en forma de pintura para controlar la presencia de insectos rastreros (cucarachas, hormigas, arañas…) que en la práctica son los portadores de muchas bacterias intra hospitalarias.
- Esta tecnología representa una contribución al desarrollo social de poblaciones y comunidades deprimidas, transformándose en una fórmula “salva-vidas”. Cuándo investigabas en su desarrollo ¿Pensabas que tendría esta repercusión? Y ¿Crees que tiene la visibilidad que merece? Por otro lado, ¿Es el proyecto que más te ha motivado en tu carrera como científica?
No podía ni imaginármelo porque vivía muy al margen del mundo de las enfermedades endémicas en el mundo cosa por otro lado muy normal ya que en los años 90 no se vivía la globalización de la información como ahora.
Han pasado casi 20 años desde que empecé y realmente ahora la tecnología Inesfly es conocida al menos por el mundo científico y de las grandes empresas vinculadas con el sector de los insecticidas. También los medios de comunicación social me han ayudado mucho a su difusión.
Sin duda ha sido el proyecto de mayor impacto a título personal.
- Afirmas que “cualquier persona puede ser responsable social aportando su conocimiento”. ¿Qué papel crees que desempeña la educación en esto? ¿Qué 3 consejos darías para que empresas e instituciones promuevan un modelo de desarrollo basado en la responsabilidad social y la investigación?
Para ayudar a otras personas hay que saber hacer algo. Y el saber implica estudio y conocimiento. Creo mucho en el capital humano y en el hecho de que aunque todos estamos en la vida de paso realmente venimos a aprender y a enseñar. En la medida en la que cuando interactuamos socialmente somos capaces de enseñar no sólo les estamos ayudando a salir adelante en la vida sino que les estamos dando autonomía personal, es decir capacidad para no depender de nadie.
Eso requiere creerse lo que uno hace, ponerle mucho entusiasmo y dedicarle tiempo.
Esos son mis tres consejos.
- ¿Qué papel juegan, según tu opinión, las patentes y la protección de los derechos de propiedad intelectual en el mundo de la investigación? ¿Qué tal tu experiencia el respecto?
Es imprescindible contar con este tipo de protección porque al final uno se puede encontrar como esos pequeños agricultores que después de un año de trabajo viene alguien y les roba la cosecha. Con el trabajo intelectual pasa lo mismo y sin esa protección (siempre mejorable) no habría incentivo para mejorar, innovar e investigar.
Es la garantía de que, aunque alguien te intente copiar, puedes continuar con tu trabajo y además puedes emprender acciones legales.
- ¿Crees que son pocas las mujeres que optan por formarse y desarrollar carreras de carácter científico-tecnológico?
El tiempo juega un papel muy importante para valorar estos aspectos sociológicos. Hace tan sólo 100 años era imposible pensar que las mujeres pudieran ni siquiera trabajar. Es evidente que las cosas han cambiado radicalmente en el mundo occidental y lo hará mucho más en la medida en que hoy en día la población femenina supera a la masculina en formación. Lo que aún cuesta es identificar que las mujeres podemos hacer y hacemos investigación de calidad. No tengo más que ver los premios científicos que se dan para constatarlo.
En realidad esos cambios mentales cuestan mucho y son fruto de nuestro sistema educativo.
Por ejemplo: en la actualidad seguimos hablando de la necesidad de valorar la formación profesional frente a la formación universitaria que nos parece un problema moderno. Sin embargo en la antigua Grecia los artesanos ya vivían marginados. Han pasado casi 3.000 años. Sin duda hemos avanzado pero no hemos resuelto el problema. Con las mujeres pasa algo parecido.
- Para finalizar Pilar ¿Nos podrías adelantar qué nuevos proyectos tienes para el futuro?
Estoy desarrollando una nueva línea de patentes en el campo del textil y de los plásticos así como micro encapsulando nuevas moléculas en acuerdos con empresas interesadas en mejorar la efectividad de sus productos.
A título individual he puesto en marcha una productora de cine especializada en temas de educación para la salud (FILMANTROPO) y una empresa (de Mujer a Mujer by Pilar Mateo) pensada para facilitar la inserción profesional de mujeres mayores de 45 años a las que la actual coyuntura económica ha dejado fuera del mercado laboral. Otro ejemplo de desperdicio de capital humano.